Hay una máxima en el cine que dice: Nunca trabajes con niños y animales en el set, porque se distraen. El cineasta chileno –en su tercer largometraje, luego de Angel Negro y Sange Eterna– hizo oidos sordos y decidió realizar una cinta con la historia de un grupo de niños – de entre 5 y 10 años– que deben luchar por sobrevivir en un mundo contaminado y destruido, donde han quedado desamparados y expuestos a la violencia de militares malditos que buscan eliminar a todos los sobrevivientes.
Una niña de diez años de edad despierta sola en medio de un paraje desolador y comienza a deambular por una tierra contaminada en busca de alimentación y más gente, pero sólo descubre que está en medio de una guerra, donde personas son ejecutadas de formas horribles por militares cubiertos con máscaras de gases.
Luego descubrirá que las personas que sobreviven de las ejecuciones de masas son gente que tiene severas deformaciones en el cuerpo, sólo encuentra como compañía a otras niñas pequeñas que tienen algo en común con ella, tienen el mismo sueño recurrente de ir al mar.
En busca de este único objetivo el grupo de niños intentará llegar al mar cruzando por una ciudad en ruinas seguidas por peligrosos militares armados.
Este trhiller apocalíptico fue rodado en tan solo nueve días en diferentes localidades de Chile y Sudamérica, combina un estilizado y elegante tratamiento visual con efectos digitales de última generación. La historia transcurre en un día, desde el amanecer hasta el atardecer y en un lugar indefinido.
